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Ratas en Ciudad de la Costa

Ciudad de la Costa. (Fuente El Observador) Un kilo y medio de sebo necesitó Mario San Martín, fumigador con 25 años en el rubro, para matar a la invasión más grande de ratas que vio en la costa de Canelones este verano. “Lo normal es que se mueran con unos gramos”, explicó a El Observador. La plaga que atemorizó a una anciana del balneario Villa Argentina le hizo caer en la cuenta al trabajador de que ésta no es una zafra común y corriente.  La temporada de cría de estos roedores ocurre entre octubre y noviembre. El calor del verano las obliga a abandonar las madrigueras y, por lo tanto, es “normal” que aumente el trabajo de las empresas de control de plagas. Pero la característica de este verano,  es que la mayoría de los llamados proviene de casas ubicadas entre los kilómetros 22 y 26 de Ciudad de la Costa, entre Lagomar y Solymar.   “En promedio atendemos 15 llamados de esa zona por día; antes teníamos dos en todo el departamento”, dijo San Martín, responsable de la empresa Fumiplaga de Las Toscas. Otros cinco llamados provienen de otros puntos de la costa. Una desrratización cuesta entre $ 2.500 y $ 3.500. Fumigadores de la zona consultados por El Observador coincidieron en que otro factor cooperó en que los roedores salieran a la superficie: las remociones de tierra realizadas por las obras de saneamiento, drenaje pluvial y vialidad que se realizaron el año pasado y ahora están detenidas.  A esto se sumó una semana sin recolección de basura (un festín para los roedores) y las altas precipitaciones de este verano. “Al remover la tierra, las ratas se sienten atacadas y buscan nuevos hábitat”, explicó San Martín.  Horacio Rivera, de Integral House, agregó que el combo de lluvias y ventanas abiertas las lleva a buscar refugio dentro de las casas al tiempo que las elevadas temperaturas aceleran su reproducción. Su empresa recibió en enero 40 llamados por roedores en toda la costa. Dos focos que atraen a las ratas son los terrenos baldíos linderos y las casas abandonadas. También prefieren los cielorrasos (como ocurrió en la casa de Villa Argentina), pilas de leña, chatarra y motores de heladeras.   No obstante, Leonardo Herou, director de Gestión Ambiental de la Comuna Canaria, informó que no ha aumentado el número de solicitudes de control de plagas y vectores; pero El Observador constató con las empresas y con los propios vecinos que estos optan por llamar directamente a un privado porque la atención municipal se retrasa, o no acaba con la plaga.

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