"Se comieron quilos y quilos de sebo"
El contacto con las empresas ocurre tras escuchar ruidos en la noche, o tras un avistamiento, en particular, de las crías que, según explicaron a El Observador, no tienen la misma actitud sigilosa de los ejemplares adultos. “La rata es un enemigo invisible y muy peligroso. La gente convive con ella y no sabe”, apuntó el técnico de Fumiplaga. Las ratas pueden transmitir leptospirosis, una enfermedad parecida a una hepatitis pero con un riesgo mayor, además de varias infecciones cutáneas. La prevalencia de la leptospirosis en el país está subvalorada puesto que puede confundirse con un cuadro gripal. Otro elemento es la disponibilidad de alimentos. Un contenedor desbordado, o con basura alrededor, o hasta la comida del perro al aire libre, atrae a las ratas. “Lo primero que hay que prever en un control de desrratización es no dejar ni comida ni agua a disposición de las ratas. [Con los contenedores] hacemos lo que no hay que hacer”, agregó un fumigador que prefirió no dar su nombre. Las especies más comunes vistas en Ciudad de la Costa son la rata negra y la rata marrón. La primera vive en el monte; la segunda prefiere entrar a los hogares como la casa de la anciana de Villa Argentina. “Se comieron kilos y kilos de sebo”, ilustró San Martín. El sebo produce un efecto de saciedad en las ratas. Recién al tercer día empiezan a morir los primeros ejemplares, entre ellos, el líder de la comunidad. El resto deja de comer por temor y muere de hambre y sed. Cuando ocurrió esto, la anciana llamó de nuevo a Fumiplaga porque “empezaron a caer gusanos del techo”. La población de ratas no es cuantificable. A nivel internacional se calcula que hay de cinco a siete ratas por cada persona. Si esto se traslada, por ejemplo, a Montevideo, la cantidad de ratas es más de dos veces la población de todo el país.
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