Feliz día papá

Generales (por Martha Bertola Paterlini). Muchos piensan que el día del padre, madre, abuelo, etc. es un día comercial. Puede que tengan algo de razón, yo creo  que cualquier día que tenga que ver con la familia, con los afectos, es un día especial. Si está a nuestro alcance hacer llegar al ser querido, un presente, bienvenido sea, a todos nos agrada que nos agasajen de esa manera. Pero eso no es lo importante, un abrazo, un beso más grande que el de todos los días un “te quiero mucho” es lo que verdaderamente ha de ser lo que ensanche el alma y el corazón de ese a quien llamamos con ternura, Papá.  Los buenos padres de todas las épocas son especiales, los de antes, quizás aparentemente más severos, que con sólo una mirada nos hacían entender lo que estaba bien o mal, eran en  el fondo  tan tiernos como estos de ahora. Los de esta época parecen más cómplices, parecen involucrarse más porque los tiempos han cambiado y como las mamás trabajan fuera ellos colaboran en la crianza y con gusto cambian pañales, colaboran con la comida, se encargan de recoger a sus niños a la salida de la escuela. Pero no son distintos, el amor de aquellos y el de estos es el mismo. Son los brazos fuertes que nos recibieron al nacer, son los ojos tiernos que nos miraron como ningún otro hombre nos mirará en el mundo. Son los que sufrieron nuestras enfermedades, los que temieron por nuestra seguridad, los que gozaron nuestras buenas notas o penaron por las no tan buenas. Son esos que nos llevaron de la mano y nos presentaron con orgullo diciendo: es mi hijo/a. No siempre es igual para todos, el mundo no es así. Muchos niños se criaron lejos de sus padres biológicos, varios de ellos han tenido la suerte de criarse con un padre de corazón. Papá no sólo es quien engendra, padre es quien  cría con amor. Por ley de la vida los adultos ya no los tenemos, muchos niños también los han perdido a edades demasiado temprana. Pero crean todos que presente o lejano, vivo o muerto, en algún lugar de nuestro corazón papá está junto a nosotros. Yo recuerdo al mío e íntimamente lo llamo “el hombre de mi vida”.