Y llega, una vez más, el Día de la madre
Generales. (Autor: Martha Bertola Paterlini). Quién tuvo la dicha de conocer a la suya como yo, la tenga viva o muerta, vive ese día de una manera diferente. Mamá era especial, mujer del ambiente rural, tenía una fineza natural poco usual. Físicamente era bonita, de oscuros ojos grandes y cabello suavemente ondulado. Su manera de ser era dulce, muy difícilmente se enojaba y en el ambiente humilde pero muy digno en que se desarrollaba, era querida y respetada por todos. Maestra por vocación, (sólo había tenido como estudio la primaria) le enseñó a leer a todos los niños del lugar ya que en ese entonces y en ese paraje las escuelas quedaban a gran distancia, imposibles de cubrir para la mayoría. Nací en un hogar humilde y ese es uno de mis mayores orgullos. No nos sobraba ni faltaba nada físico y moralmente de ella (también de papá) aprendí esos valores que por desdicha no abundan actualmente. Me veo aún con aquel impecable delantalito blanco con que mi madre me mandaba a la escuela y aquellos zapatitos nuevos que ella compraba, lo sé con sacrificio, porque el dinero no abundaba en casa. Y fue ella la que me enseñó a leer y a escribir antes de mandarme a la escuela, fue mi primera maestra, luego vinieron otras, pero fue mi madre quien que me inició en las letras, a todas mis educadoras las llevo en el corazón, en el centro del mismo, está mamá. Casi siempre estaba alegre, tenía una voz hermosa y cantaba mientras hacía las tareas. Cantaba las canciones de su época escolar: “Acá viene la florista a vender sus lindas flores” de su tiempo de juventud que eran siempre canciones de amor: “Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar”. Ella era tenaz y valiente pero demasiado sensible para el dolor, la muerte prematura de una hijita, la enfermedad de papá, la hicieron caer, en una depresión de la que le costó salir. Fue una excelente madre y una hija especial, siempre encontró tiempo para asistir a sus padres…Pasaron muchos años de su muerte, pero jamás puedo recordarla sin que de mis ojos broten lágrimas y siempre me parece oír su voz recitando el poema de Andrade, sobre todo un fragmento del mismo:
“Llama siempre a tu madre cuando sufras, que vendrá muerta o viva, si está en el mundo a compartir tus penas; y si no, a consolarte desde arriba. Y lo hago así cuando la suerte ruda, como hoy, perturba de mi hogar la calma, invoco el nombre de mi madre amada, ¡y entonces siento que se ensancha el alma!¡FELIZ DÍA A TODAS LAS MADRES DE ESTE AMADO URUGUAY!
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